Lo que necesitas es un buen azote. Que venga Houdini y te de una bofetada antes de explicarte cómo vas a escapar, porque él era un maestro, pues que venga a enseñarnos algo. Lo que necesitas es sonreír más y gritar y reír y hacer el amor y bailar y todas esas cosas. ¿Acaso más? Lo que necesitas es que te necesiten sin necesidad. Que te quiten la venda, te enseñen y te muestren nuevos caminos por donde poder salir a pasear. Que el círculo es concéntrico y dista demasiado lejos de su eje central. Demasiado quizás. Lo que necesitas es que te comprendan, que te abracen a veces o que te riñan cuando haces alguna cosa mal. Que te despierten el deseo y las ganas. Que te enciendan la boca y que te permitan olvidar todo aquello que has dejado atrás. Lo que necesitas es poder levantarte sin dolor de cabeza y con un pellizco de realidad, con ganas y con fuerza. Lo que necesitas es comenzar, terminar una lucha pausada indefinida y plantarte frente al espejo diciéndote una vez más que lo vas a lograr. Lo que necesitas es confianza y de vez en cuando alguna dosis de egoísmo que te haga reactivar los métodos, las palabras y las acciones. Que se nos olvida vivir, señores. Lo que necesitas es que te quieran con reciprocidad, tan fuerte y tan denso que sea casi imposible empujarlo a través de la garganta pero te deje un regusto tan dulce que no te quede otra opción que querer más y más. Lo que necesitas es olvidar. Lo que necesitas es un buen azote, una palmada en la cara, un disparo, un jarro de agua. Lo que necesitas es despertar, dejarte de tanta hipnosis, coger las riendas y despegar.
Un,
dos,
tres,
YA.
Despierta.
Texto de Alejandra Remon