Ella era una chica que tenía orugas en el estómago, hasta que un día lo conoció a él y las orugas se convirtieron en mariposas. Y es que no tenéis ni idea de lo que era verle bajar por la calle al lugar dónde habían quedado y que un cosquilleo le recorriera el cuerpo conforme él se acercaba. Que todas las mariposas empezaban a revolotear inquietas y eso era felicidad. No había nadie en el mundo más feliz que ella cada vez que él la rozaba, que le sonreía o cada vez que soltaba alguna de sus tonterías para hacerla sonreír. Era como si él pudiera esconder en la medialuna de su sonrisa todo lo malo. Y allí estaban ellos, dos jóvenes amando como dos jóvenes suicidas. Pero cuando dos adolescentes se enamoran viven cada momento con una pasión desmedida, cada momento es especial, inolvidable y único. Eso le ocurrió a ellos, pero no siempre las cosas eran bonitas. Estaba claro que él cambió el mundo de la chica, y ella le cambio el mundo a él; pero eran, demasiado diferentes. Nosotras necesitamos que nos traten como a unas princesas y eso a veces a él se le olvidaba. La relación se fue agotando junto con la paciencia de ambos. Ella le quería, le quería más que a cualquier persona que se hubiera cruzado en su camino hasta entonces, y lo sabia. Nunca supieron cual fue el detonante que hizo que todo se callera, ahora ella odiaba sus bromitas, le molestaba que siempre estuviera tomándole el pelo, su sonrisa ya no tenia efecto y lo peor de todo, las mariposas poco a poco murieron. ¿Quién hará que se le ponga el bello de punta con un simple susurro?¿Dónde estaban ahora todas las canciones que significaban algo? ¿Qué pasa con todos los besos que no se llegaron a dar? ¿Quién le haría ahora sentir especial? El problema está en que a veces no es suficiente con quererse, a veces por mucho que dos personas se quieran no pueden estar juntas.



Texto de otro blogger.
Ella era toda la poesía que se escribía en Madrid.
El verso más bonito de Gran Vía.
 La boca más hermosa de Malasaña. 
Los ojos más tímidos de los cines de Callao. 
 La cabeza más heavy que había pasado por Argüelles. 
La cintura más bonita que veías por el metro. 
Las piernas más largas de la Plaza Mayor. 
La falda más corta de Montera. 
La musa que aun seguía inspirando a la estatua de Bécquer. 
El rayo de sol más brillante de una tarde de domingo en el Retiro. 
La reliquia más bonita del rastro. 
La que podía domar los leones de Cibeles. 
La quinta torre de Madrid. 
El palacio más Real de todo mi reino. 
Madrid es ella, y yo, solo una de sus calles. 
Ella es el monumento que fotografía Atocha. 
La que se manifiesta frente al Congreso. 
La decimotercera uva de la Puerta del Sol. 
El cabello más hermoso de Salamanca. 
A la que todos los hindúes regalan rosas y cervezas en La Latina. 
Los labios más rojos del Calderón. 
La más loca de toda Chueca. 
La de la carpeta rosa del Campus de la Complutense. 
El paseo más largo a través de toda Castellana. 
El culo más bonito del Retiro. 
El corazón más salvaje del Bernabéu. 
El musical más visitado de Gran Vía. 
El teatro con menos aforo de la capital. 
La mejor obra de arte del Prado. 
La que envuelve en flores a los toros en las Ventas. 
Ella es la única estrella que brilla en Madrid. 
Ella es Madrid. 
La que baila como una loca en la pista de cualquier garito de Huertas. 
La chica de Tirso, y la lady Madrid de Pereza. 
A la que no hace falta escribirle, porque es pura poesía. 
La que es capaz de enderezar las Torres Kio. 
El cubo más helado de cerveza de la Sureña de Gran Vía. 
La nariz más roja de Casa de Campo. 
Los acordes de jazz más hermosos del Café Central. 
La niña que ríe como nadie en Cortylandia. 
Los copos de nieve que los tejados echan de menos. 
La única diosa de todas las catedrales. 
A la que cantan en Libertad 8. 
El único monumento del Templo de Debod. 
La palabra más bonita del barrio de las letras.
 La única movida que existió en Madrid. 
Ella, ella, ella, ella. 
Ella es Madrid.



Texto de: Miguel Gane.
Cada capítulo que leía, cada diálogo, e incluso cada fragmento eran para April como una bala directa en el corazón. Sabía de la existencia de aquel blog, pero joder, no sabía qué había escondido en él. Notó como las lágrimas saladas le arañaban sus labios carnosos, ¿cómo podía estar llorando por alguien que conocía desde hace dos semanas (y que maravillosos catorces días), que jamás había visto y ni siquiera lo había tocado?, ¿cómo se ha podido enamorar de alguien que está a tomar por culo de donde ella viva, que es mayor que ella, que no comparten los mismos gustos ni aficiones? ¿Cómo se ha podido enamorar de él y él de ella?

“No me imagino mi vida sin ti”. “Eres todo lo que necesito para vivir”. “No me confundiré si te digo que este día jamás se me olvidará y será un motivo para sonreír”, decían algunos de los párrafos que habían escritos en aquellos veinticinco capítulos. Cerró el ordenador, ya no aguantaba más, notaba como el nudo que tenía en la garganta le asfixiaba. Todo su mundo se había desmoronado y ella estaba rota en diecinueve pedazos. 

Se levantó del sofá y se fue corriendo a su habitación, para su suerte, April estaba sola en casa, y menos mal no podría…no sería capaz de soportar la avalancha de preguntas por parte de su madre, en ese momento tan solo necesitaba soledad y la música bien alta, pero de nada le sirvió. Se encontraba sentada debajo de su ventana cuando su teléfono móvil comenzó a sonar, su mejor amigo la estaba llamando. Colgó la llamada, desbloqueó el aparato y vio que este le había escrito veintiocho mensajes de WhastApp preguntándole qué le ocurría y si iba todo bien. Apagó su teléfono al igual que los altavoces, estaba en silencio total a pesar de que en su interior todo era ruido. Tenía que hacer algo, debía mantenerse ocupada, es por ello que se levantó del suelo, se cambió de ropa, se lavó la cara en el baño, cogió las llaves de su moto y cerró de un portazo.
Cuando montó en su moto y arrancó dejó de pensar. Se sentía bien. El viento acariciaba su cuerpo haciendo que su larga pelirroja melena ondulada que sobresalía por debajo del caso se moviera frenéticamente. Sus manos cogían con fuerza el manillar, tensando todos los músculos del cuerpo. Se sentía libre. 
Los kilómetros pasan rápidos, la adrenalina sube más y más, todo su cuerpo tiembla de emoción. 
En su mente, solo un pensamiento: La historia del blog.
Miró el velocímetro y le dio más gas.
110 km/h
¿Le quiere de verdad?
125 km/h
¿Seguirá estando enamorada de su ex novia?
140 km/h
¿Pensará en ella?
155 km/h
¿Le estará mintiendo?
180km/h
¿Está jugando con sus sentimientos?
210 km/h
¿Ha sido todo un juego para olvidarse de ella?
Sus manos enguantadas se aferraron más y más al manillar. Poco a poco,  comenzó a sentir como 
de nuevo una débil lágrima se le escapó de sus ojos. Joder, otra vez no. Desaceleró poco a poco al ver un cártel que indicaba un acantilado, salió de la carretera y la moto empezó a saltar por encima de los baches del camino aunque April no lo notaba. Cuando va llegando al final del camino hace un giro repentino del manillar, derrapando con la rueda de atrás en el suelo y levantando una nube de polvo hace que la moto esté a tan solo unos metros del precipicio. En silencio, paró el motor y se quitó el casco. 
Su pelo rojizo queda libre brillando a los rayos del sol, su mirada está fija en un lugar indeterminado. De repente, la furia se adueña de ella y con rabia, bajó de la moto y caminó apretando bien las botas contra el suelo. 
Le dio una patada a una piedra y salió disparada, ¿cuántas veces habrá llorado por él?, ¿cuántas veces habrá pensando que no es lo suficiente para él? 
Quizás ella no era nada para él, no significaba nada.