Ahí estábamos los dos, mirándonos fijamente dando caladas a un cigarro mal hecho e intercambiando una botella de Jack Daniel’s. Mi casa estaba patas arriba pero ninguno recordaba lo que había sucedido entre esas cuatro paredes, aunque, ¿qué más daba?
Estaba amaneciendo, probablemente la noche se habría basado en alcohol, cigarros y orgasmos, probablemente me daría una ducha y el chico habría desaparecido de mi casa, probablemente desayunara un trozo de chocolate negro sola, como cada mañana.
Seguíamos mirándonos.
-¿Qué piensas? –le pregunté apagando el cigarrillo en la alfombra.
-Estaba barajando la posibilidad de llevarte a París. Sí, sin duda eres el tipo de chica a la que llevaría a París. –no pude evitar una risa ahogada, aunque hablaba en serio.
-¿París? París es un puto cliché, miles de parejas felices van en cualquier época del año intentando reavivar su amor, intentando encontrar la llama que perdieron a los pocos meses de casarse o también lo visitan por su luna de miel. París, una ciudad sobrevalorada, ¿qué le ven de romántico a una torre de hierro?¿Dónde está el amor en un paseo por el Sena con mil barcos mercantes pasando por tu lado mientras intentas no caerte con los tacones y que no se te caiga la copa de champán francés con la que brindas? Ni hablar, olvídalo.
-No he dicho que te fuera a llevar a una cena romántica en lo alto de la Torre Eiffel –una sonrisa apareció en su cara – he dicho que te llevaría a París.
-Bueno, entonces, ¿qué haríamos por París? –le devolví la sonrisa.
-Primero, desayunaríamos bollos quemados en mi cutre apartamento, por el que te guiaría hasta mi habitación, donde perderíamos la noción del tiempo entre besos, caricias y gemidos. Por la tarde, iríamos a los callejones más solitarios de la ciudad, donde la mayoría de artistas intentan mostrarte su punto de vista, además, hay un mercadillo con esas cosas de segunda mano que tanto te chiflan y una parada sola de atrapasueños.
Диалоги-¿Cuándo te he contado yo que me gus…
-No me interrumpas. Después de salir de los callejones, cuando toda París esté iluminada artificialmente, te llevaría al río. Pero no en un barco, iríamos al puente más alejado, en el que cada sábado van niños con un farolillo a tirarlo dentro del agua y piden un deseo. Es indescriptible ver un montón de luces alejarse río abajo, digno de ver.
-Vaya, no conocía esa parte de París, ni sabía que tenías un piso.
-Ya, eso suele pasar cuando no escuchas lo que digo entre beso y beso.
-Lo siento. Es tarde, tengo que ducharme.
-Vale, ¿preparo tostadas achicharradas para desayunar?